— ¡Espera!
A veces me pregunto si no hubiera sido mejor estar solos…
Cada uno por si mismo…
No estábamos hechos para estar juntos. […]
— ¿Y si empezamos de nuevo? […]
Tendríamos que volver decididamente a la naturaleza. […]
— ¿Cuándo?
— Un día…
El mismo día.
El mismo instante.
—Samuel Beckett, Esperando a Godot.

Visitemos a David Graeber quien nos recibe diciéndonos: ”¿de qué nos vale si no podemos pasarlo bien?” (Graeber 2014). Para él es necesario que consideremos si “nuestro punto de partida podría estar equivocado” —una consideración relevante a tener en cuenta antes de iniciar cualquier viaje—. Graeber comienza contándonos cómo una oruga “se balancea colgando de una brizna de hierba, retorciéndose en todas las direcciones posibles, saltando a continuación a la siguiente hoja para volver a lo mismo [sin] ninguna razón [aparente]” 1

¿Los movimientos de la oruga son automáticos y predefinidos? —se pregunta Graeber— ¿o es un tipo de ejercicio o entrenamiento con algún fin ‘oruguil’?. Preguntas que nos confrontan con nuestra percepción acerca de lo vivo y las expectativas que aún guardamos en cuanto a su finalidad y conciencia. Graeber sigue preguntándose si los organismos vivos se comportan automáticamente, siguiendo una clase de instinto preprogramado, o, si por el contrario, sus acciones vitales son dirigidas por los propios organismos con cierta consciencia..

Para él estas preguntas revelan la manera en la que racionalizamos nuestra propia vida como especie, la cual enmarcamos en un rango que va entre la existencia de designios que marcan destinos fuera de nuestra comprensión; a la prevalencia en cada uno de los individuos de un imperativo utilitarista de competencia por los recursos vitales de los que no podemos escapar.

Para Graeber ninguno de esos extremos reflejaría realmente el actuar de la oruga. Por eso él nos invita a iniciar nuestro viaje desde un lugar distinto diciéndonos que “nuestras mentes son una parte más de la naturaleza”, y, como tal, tenemos la capacidad de comprender nuestro entorno vivo, y que de hecho, es esa misma naturaleza “la que nos impulsa a pensar y discutir sobre esas cuestiones”. Así, la apuesta es acercarnos a la vida no desde la empatía, que sería asumir el sentimiento de un otro ajeno —lo cual siempre será una impostura— sino acercarnos desde la simpatía de compartir la misma naturaleza de aquella oruga en la hierba.

En esta naturaleza Graeber reconoce lo que él denomina como “principio de libertad”, que es “simplemente lo que la vida es, […] un fin en si mismo [que] no tiene tampoco que ser explicado.” Y es este principio tautológico el que nos sugiere que tomemos como nuestro punto de partida. Desde allí nos invita a observar la manera en que la naturaleza juega con la complejidad, expresando un “principio de libertad lúdica [que] sostiene que el libre ejercicio de las potencias y capacidades más complejas de una cierta entidad, al menos en determinadas circunstancias, tiende a convertirse en un fin en sí mismo.” Un principio que ayuda a explicar por qué “a pesar de lo que postula la Segunda Ley de la Termodinámica, el universo parece hacerse cada vez más complejo.”

Esto nos recuerda la hipótesis de James Lovelock acerca de Gaia como un sistema natural que mantiene un equilibrio dinámico basado en la complejidad de sus relaciones vitales, donde nuestro planeta transforma su clima gracias a la interacción continua entre los ecosistemas. ¡A pesar de la Segunda Ley de la Termodinámica, el planeta se hace más complejo!

Si transponemos las observaciones de Graeber, cambiando la escala y observando las transformaciones de los ecosistemas planetarios, podríamos preguntarnos: ¿los ecosistemas son automáticos y predefinidos, o tienen un fin ‘ecosistemil’? —ninguno de los dos, diría Graeber— ¿Pero si no es así, podemos ensayar a decir que lo que observamos en los complejos procesos de la vida es la expresión misma de su “principio de libertad lúdica”?

Graeber, David. 2014. «What’s the Point If We Can’t Have Fun?» The
Baffler. 12 de junio de 2014.
https://thebaffler.com/salvos/whats-the-point-if-we-cant-have-fun.

[1]: Una traducción provisional del texto de Graeber hecha por José Pérez de Lama con la colaboración de Kamen Nedev se puede consultar en *https://arquitecturacontable.wordpress.com/2021/06/16/de-que-vale-si-no-podemos-pasarlo-bien/ *