Lego

Si pensamos en las personas cacharreras, habitualmente las imaginamos trabajando en un pequeño taller, muchas veces en su casa —abierto o no al público—, con pequeñas máquinas e hibridaciones hechas por ellas mismas.

El taller es un espacio habitual en Latinoamérica, pero no todos los talleres son iguales. El taller nos ‘desvara’ no solo porque allí están las herramientas necesarias, sino porque hay personas que le saben dar uso. Así, nos podemos encontrar con un taller ‘técnico’ donde se utilizan con precisión las herramientas definidas para cada cosa, y los talleres cacharreros donde las cosas se hacen de otro modo.

Algo que diferencia a un enfoque técnico de uno cacharrero, es que, en este último, además del uso específico de las herramientas, está abierto a darle un uso creativo por fuera de lo especificado originalmente. El enfoque cacharrero se enfrenta a los problemas con las herramientas que hay, y si no ‘se las inventa’. No es que un enfoque sea mejor que el otro, es solo cuestión de estilo ;)

Pensar en el cacharreo nos ayuda a contextualizar lo que pueden ser los Espacios para Hacer en el medio latinoamericano, integrando un enfoque que incluye la conexión cultural y social con su comunidad; la recursividad con las herramientas disponibles; la creatividad en su uso; y la innovación para encontrar alternativas que recombinen lo que existe, con lo que aún no.

Preguntas imprescindibles

Y ahora la pregunta es: ¿los Espacio para Hacer si son lo mío?

Bueno, comencemos por lo más obvio que muchas veces pasamos por alto. Si este manual solo tuviera que decir una cosa, esa sería que ‘un espacio para hacer debe hacer’.

—¿Cómo?

Si, es un juego de palabras, pero recoge lo que les ha sucedido a otros espacios que surgieron con ilusión y sucumbieron en soledad. Suena triste, y lo es para cada una de las personas que emprendieron con emoción la aventura y al poco tiempo tuvieron que desistir 

¿A que me refiero entonces con que un espacio para hacer debe hacer? Lo que quiero decir es que es necesario pensar que las herramientas no trabajan solas, y que conseguirlas y darles un espacio no asegura el hacer. Algunos espacios emergentes nacen con espléndidas herramientas Maker que son la novedad al principio pero que pronto, si no existen los elementos cacharreros necesarios, quedaran olvidadas en un rincón.

La buena noticia es que esta situación se puede minimizar si antes de dar cualquier paso nos hacemos las siguientes preguntas:

  • ¿Me interesa en verdad este enfoque del hacer cacharrero?
    
    • ¿Cuáles son mis fortalezas en el hacer cacharrero?
      
      • ¿Qué tengo a mano para comenzar a probar?
        
        • ¿Quiero hacer cosas para mi o para otros?
          
          • ¿Me gusta hacer solo o con otros?