Inte(i)rrumpir
Ruido como fundamento de la existencia, capacidad de lo encriptado, de lo solo entendible por quien tiene la clave para descubrir el contenido en la forma. Poco a poco caemos en el siglo XXI.
Con inercia despertamos en un mundo que cambia rápidamente. Instituciones que se resisten a perder su poder y que endurecen su control. Ciudadanos que entregan su privacidad para conseguir supuestos descuentos en el supermercado.
Publicidad de mundos de ilusión, noticias condicionadas que empujan a los videntes a dejar de ver y solo asentir. Miedos que se extienden hacia lo diferente. Perdida de seguridad, perdida de dignidad, perdida de agencia.
A la vez, hoy, como nunca antes, hemos logrado conectar personas y conocimientos. Emergen colectivos planetarios que facilitan aprendizajes compartidos entre personas de continentes diferentes. Lo electrónico moldea y se moldea cada vez más a la mano de los no expertos. Deseo de libertad y autonomía. La transición ya comenzó.
¿Cómo interrumpir? ¿Cómo irrumpir? El ruido como apuesta, ruido que permite la mímesis, comunicación local encriptada que promueve la creación de redes distribuidas que —con ecos a Pierre Levy y Murray Bookchim— configuran mil germinaciones de espacios autónomos transitorios.